Cuando las barbas de tu vecino ‘veas’ cortar, pon las tuyas a remojar
Jaime Bosch
Los tritones alpinos de Guadarrama, introducidos por algún irresponsable en los años 80, ocupan ya muchas masas de agua del macizo de Peñalara. Esta especie, aunque se infecta con el hongo patógeno causante de la quitridiomicosis, no es muy sensible a la enfermedad, y los animales infectados presentan cargas bajas que no desencadenan su muerte. Por desgracia, estos ejemplares infectados se comportan como perfectos reservorios del hongo patógeno, manteniendo la infección en las charcas de Peñalara e impidiendo que las especies altamente sensibles, como el sapo partero, puedan sobrevivir en el medio.
Ejemplares adultos y juveniles de tritón alpino en el macizo de Peñalara. Autor: Dave Daversa
En un reciente experimento, presentamos a varios tritones alpinos un recipiente con agua que había contenido otros tritones infectados, o no, con el hongo patógeno. Mediante filmaciones continuas de vídeo, comprobamos que los tritones evitaron meterse en el agua que había estado en contacto con otros tritones infectados, mientras que el agua que había estado en contacto con tritones sanos no provocó esta reacción adversa en los tritones del experimento.
Con este experimento no podemos saber qué tipo de señales químicas estan usando los tritones para evitar las masas de agua susceptibles de provocar la quitridiomicosis. Puede ser que los tritones detecten directamente la presencia de las zoosporas del hongo en el agua o, mas probablemente, que detecten señales químicas emitidas por tritones infectados que previamente estaban presentes en el agua.
La comunicación química en anfibios es una campo de investigación apasionante, y aún bastante inexplorado. Ya sabemos que muchas especies de anfibios usan señales químicas para encontrar las charcas donde se reproducen, para seleccionar refugios usados por otros miembros de su especie, para evitar a los depredadores, para seleccionar los mejores compañeros para aparearse y, con este nuevo estudio, incluso para evitar zonas de riesgo de infección del hongo patógeno de anfibios.
La otra cara de este resultado, es que el hongo patógeno introducido es capaz de condicionar los hábitos de vida de los anfibios, incluso de las especies poco susceptibles. Una prueba mas de que un patógeno introducido, aunque no presente consecuencias fatales para algunos organismos, si conlleva un coste asociado que compromete el desarrollo de sus hospedadores.
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