Un invierno veraniego

circo marzoLa Sierra de Guadarrama actúa como un aljibe. Durante el invierno se acumulan cientos de Hm3 de agua en forma sólida, ya sea como nieve o hielo. Durante la primavera, con el aumento de las temperaturas, se inicia una fusión lenta y progresiva, el deshielo, tan espectacular en los ríos de la Sierra de Guadarrama. Las lluvias también aportan y suman en este proceso, por lo que se los clasifica como ríos de carácter pluvio-nival. Dicha acumulación de agua se exporta y se distribuye lenta y jerárquicamente por los torrentes, regueros, arroyos, para dar lugar a los principales ríos de la Sierra. Podríamos destacar los ríos Lozoya, Manzanares, Eresma, Guadarrama, Moros, Pirón o Cega, todos nacientes en esta Sierra.

Pero, ¿cómo ha sido meteorológicamente el invierno y la primavera durante 2017? La verdad es que ha sido muy atípico, y no sólo en lo que a precipitación se refiere, sino también en cuanto a la temperatura. Es probable que esta última variable sea más influyente en la sequía del inicio del año 2017 que la propia precipitación. Sólo hay que mirar a las cumbres del Guadarrama, y ver que los neveros característicos están casi desaparecidos.

crecida lozoyaAnalizando los datos de la estación meteorológica del puerto de Cotos de los últimos 14 años, en el periodo enero-abril ha llovido casi un 30% menos de la media. Además hay que destacar un reparto muy desigual de la precipitación, ya que en el mes de febrero se registró la mitad de este periodo. En tan solo un día precipitó el 30,4% de lo observado en el periodo de enero-abril (139,4 mm cayeron el día 12 de febrero). Asimismo hay que resaltar que abril ha sido un 75% más seco de los últimos 14 años (tan sólo 34,5 mm). También marzo fue más seco, un 38% menor que la media (154,9 mm).

Si tomamos como referencia la temperatura mensual media de los últimos 14 años, enero fue 0,6 ˚C más frío que la media del periodo. Hasta aquí todo relativamente normal, sin embargo, los meses de febrero, marzo y abril han sido más cálidos, 2,0, 1,6 y 2,4˚C respectivamente. Esta variable sin duda es la que ha determinado tanto la duración de la cubierta nival, como su espesor. En consecuencia, el espesor de nieve en los meses de enero, febrero y marzo, también ha sido un 64, 39 y 87% menor que la media del periodo 2004-2016.

Por estos motivos, las reservas hídricas “sólidas” de la Sierra de Guadarrama, están muy por debajo de lo considerado normal durante este inicio del año. Y es que la tendencia en los últimos años es una mayor temperatura, así como una anormal distribución estacional de las precipitaciones, con periodos muy secos y episodios extremadamente pluviosos.

Las implicaciones más directas sobre la flora a causa de un mayor estrés hídrico, podrían ser una disminución de su actividad vegetativa que pueden afectar al crecimiento. En cuanto a las especies de fauna dependientes del agua como por ejemplo los anfibios o los peces, este año podrían ver reducido tanto su hábitat, imprescindible para el desarrollo de las larvas o alevines, como probablemente un descenso en sus tasas reproductiva, de reclutamiento y de supervivencia.

Respecto a las repercusiones para la sociedad, es muy probable que se traduzca en una menor disponibilidad del agua para el abastecimiento a las poblaciones. No hay que olvidar que la Sierra de Guadarrama es el aljibe del que beben millones de habitantes.